“Es como contemplarse en un espejo, la forma y el reflejo se observan. Tú no eres el reflejo pero el reflejo eres tú. Maestro Tozan

lunes, 11 de octubre de 2010

La dimensión personal de Annie Leibovitz

Las fotos más insólitas, bellas y emocionantes de la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz (1949) no son las de los personajes famosos que le dieron su reputación, sino las que toma día a día de su familia y amigos.

Originales, estéticas, atrevidas e impactantes son las imágenes de los actores, políticos o músicos que la fotógrafa ha captado con su cámara desde 1990 hasta hace tres años; composiciones elaboradas en las que ella entabla una relación muy personal con su modelo. 


Pero su faceta más humana, su fotografía más natural, espontánea e incluso sorprendente se descubre con las fotos de su gran familia judía: sus hijas -la primera, Sarah, alumbrada a los 51 años, y sus gemelos Samuelle y Susan, de una madre de alquiler- y, sobre todo, de su amante, la escritora Susan Sontag, ya fallecida.



Muy íntima y espontánea es una imagen de 1996 de la cantante Patti Smith con sus dos hijos, Jackson y Jesse, en un rincón de su casa, entre sus instrumentos musicales y junto a su gato. Intercaladas con estas fotos de gran formato y entablando una cierta tensión, están las del álbum personal de Leibovitz, muchas de ellas de sus padres y hermanos o de sus hijas y, en otro registro de la artista, las que tomó en Sarajevo en pleno asedio serbio, en 1993.



Pero las fotografías más profundas son las que Leibovitz hizo a su amante, Sontag, en sus últimos días, hasta su muerte por cáncer, el 28 de diciembre del 2004, poco antes de la de su propio padre, Samuel, a quien también retrató en su lecho final.


Sontag aparece en sus buenos momentos -una puesta de sol en Egipto o trabajando en sus libros-, pero sobre todo en los malos, desde que se le diagnostica su enfermedad, cuando es tratada en el hospital, en el momento en que se hace cortar el pelo, y cuando lucha, cuando sufre y cuando muere. La idea de esta exposición surgió cuando Leibovitz preparaba un libro de su obra en los últimos quince años, que también está a la venta y en el que rinde por primera vez homenaje público a Sontag, con quien admite que mantuvo "una historia de amor".

Al seleccionar las imágenes para el proyecto -interesante proceso que queda reflejado en una sección de la muestra-, la artista se dio cuenta de que, pese a lo diferentes que son, sus fotografías públicas y privadas tienen un origen común.

"No tengo dos vidas. Esto es sólo una vida y tanto mis fotos personales como los encargos son parte de ella", concluyó.

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