“Es como contemplarse en un espejo, la forma y el reflejo se observan. Tú no eres el reflejo pero el reflejo eres tú. Maestro Tozan

miércoles, 15 de diciembre de 2010

La fotografía metafísica de Herbert List

La realidad es la emanación, rodeada de misterio, del mundo interior." Con estas palabras del poeta alemán Novalis iniciaba Her­bert List su libro Zeitlupe Null ("Retardador cero"), concebido a finales de la década de los treinta. Así definía el concepto de Zeitlupe Null acuñado por él: "Imágenes afe­rradas en el espacio de un instante durante el cual se consuma la detención del tiem­po". List percibía los objetos que quiso inmortalizar en sus obras de aquellos años como manifestaciones metafísicas aisladas en el tiempo y en el espacio, independien­tes del significado que realmente tenían. 

viernes, 10 de diciembre de 2010

Lucas Samaras y las transformaciones

Apenas iniciada la década de los 70, un artista plástico se abrió paso en forma abrupta y desconcertante. Tras experimentar en pintura y escultura, encontró un aparato sencillo, sin más complejidad que la invertida en la fotografía de aquél entonces, pensada sólo para lograr imágenes rápidas, al vuelo. El griego Lucas Samaras había descubierto la fotografía polaroid y, por su técnica, abriría paso a la inspiración de millones en la apenas naciente fotografía digital. El único antecedente, relativamente cercano, al principio de la manipulación de imágenes fotográficas, más allá de Man Ray, con la transformación como principio explícito, se puede decir que pertenece a Samaras.

Gerd Bonfert: soplos de luces y sombras

Gerd Bonfert, nacido en Rumanía en 1953, capta el paso de las cosas como si de ideas se tratara, de una manera misteriosa e inaprensible. Declara no hacer ningún uso de la manipulación digital ni más truco analógico que alguna doble exposición en el laboratorio. Sus imágenes son fruto del juego con largas exposiciones y varios flashazos cambiando la posición de los sujetos. Transmiten un aura inquietante y misteriosa, y evocan el tránsito de la vida en su inherente conexión con el mundo del pensamiento y del sueño.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Mariane Mueller: Yo no estoy buscando algo, más bien, encuentro cosas.

“Me interesa la manera de mirar el mundo, no una idea. Yo no estoy buscando algo, más bien, encuentro cosas. Busco situaciones en las que mi más profundo interior se vea reflejado por el mundo exterior.

martes, 23 de noviembre de 2010

Chema Madoz: el Sueño de los Objetos

“De un collar de perlas hago la soga de un ahorcado, para desarbolar la realidad y crear un espacio ilusorio donde coexistan lo objetivo y lo subjetivo. Se trata de hacer convivir a opuestos en esa armonía.“
Chema Madoz

sábado, 13 de noviembre de 2010

Alexey Titarenko: El ir y venir de las sombras


Alexey Titarenko es un fotógrafo ruso (San Petersburgo, 1962) que trabaja con plata sobre gelatina, termina sus fotos en el cuarto oscuro y revela una idea del tiempo; su lente percibe el movimiento y lo registra, utilizando un elemento propio del lenguaje fotográfico: el barrido. El largo tiempo de exposición permite el barrido que devela entre otras formas la transitoriedad del caminar o del permanecer. Las fotos de Titarenko no sólo contienen una técnica pulcra sino una propuesta estética: la cámara transforma la realidad.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Sylvia Plachy: De reojo


Especialmente atentas al movimiento, sus imágenes captan escenas a medio suceder, esbozos de acontecimientos que crean una tensión inquietante y misteriosa con una realidad cargada de melancolía. Más que contar historias, invitan a imaginarlas.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Valérie en el País de las Maravillas



Entre los nombres de los nuevos valores del arte francés está el de esta joven mujer que ha hecho de la fotografía un método de investigación de formas y estilos de vidas, una manera de acercarse a personas y lugares, a ideas y conceptos que tal vez no habrían encontrado el mismo tratamiento visual con otras técnicas. Curiosa por naturaleza, Valérie Belin se plantea el color desde el blanco y negro, el vídeo desde la inmovilidad de la fotografía, la profundidad desde el plano fijo de la mirada fotográfica. Su trabajo, siempre relizado en series, se ha basado en -desde la superficie- atravesar esas formas, esas pieles brillantes casi siempre, para llegar a otro sitio como la Alicia del País de las Maravillas.

David Hilliard: Lo simple y lo complejo de lo cotidiano

Durante años, he estado documentando activamente mi vida y las vidas de aquellas personas que me rodean, grabando eventos e intentando crear orden en un mundo muchas veces caótico. Mientras que mis fotografías se enfocan en lo personal, la familia y la simpleza de lo ordinario, mi trabajo se debate en un equilibrio entre lo autobiográfico y la ficción. Dentro de mis fotografías, la distancia física es frecuentemente manipulada para representar la distancia emocional. Las casuales miradas que las personas comparten pueden tomarse con un profundo significado, y lo que inicialmente aparece como subjetivo e íntimo es frecuentemente un comentario sobre los anchos contornos de la existencia.

Duane Michals dentro del reflejo

Duane Michals (McKeesport, Pennsylvania, 1932) ha recibido el Premio PHotoEspaña 2001. Goza de enorme prestigio artístico, que ha ganado con sus pequeñísimas y emocionantes copias en blanco y negro, rehuyendo la celebridad y las servidumbres, con seguridad en sí mismo y sentido del humor. Sus fotografías no agotan nunca su capacidad de involucrarnos, fascinados, en su compleja esfera.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Jo Spencer: desmembrando los tópicos


“Estoy interesada en la fotografía y en su relación con el poder. Como individuos ocupamos y negociamos en un terreno que cambia constantemente con relación a nuestra identidad, y tanto más en el campo de la fotografía, donde a menudo usamos diferentes estrategias para satisfacer distintas necesidades.
En lugar de salir al exterior como asistentes sociales culturales,  mucho antes de buscar técnicas para representar a los otros, es necesario volver la mirada fotográfica hacia la identidad de uno mismo o de su propio grupo, pensando el modo  en que nos representamos. Solo abordando esto como una cuestión política, podremos centrarnos en los problemas reales de la representación o la documentación, que son sobre todo los de la censura institucional, familiar y muy especialmente la propia.“

Jo Spence

Hiroshi Sugimoto: fotografiando el vacío

Hiroshi Sugimoto cuenta en un texto autobiográfico, una conversación que tuvo con su tutor y amigo Yamada, en los años finales de su educación primaria. Observaban el esqueleto de una ardilla que Yamada acababa de recomponer, mientras le explicaba que los humanos somos el resultado evolutivo de animales de este tipo.
 “ Quieres decir, que si me remonto a los bisabuelos de los bisabuelos de mis bisabuelos… llegaría a una ardilla? “ preguntó Sugimoto.
“Bueno, algo así”, respondió Yamada.
“Ya… y si nos remontamos a los bisabuelos de los bisabuelos de los de la ardilla, a dónde llegaríamos?” “ … al mar”.


Muchos años después, en 1980, Sugimoto se preguntaba sobre la posibilidad de recuperar en el mundo de nuestros días, alguna escena que permaneciera intacta, igual que la pudieron ver nuestros antepasados hace millones de años. Las imágenes que acudieron a su mente fueron el monte Fuji y las cataratas Nachi. Se imaginó dos grandes montañas, una el monte Fuji y otra, el monte Hakone, justo antes del colapso de su cima, creando el lago del cráter Ashinoko. ¡ Qué maravillosa vista debía de haber sido ¡… desafortunadamente, la topografía ha cambiado. Mientras la tierra ha cambiado su forma de manera continua, el mar es inmutable. “ Así comenzaron mis viajes en el tiempo, a los mares antiguos del mundo”.


Sugimoto realizó durante veintidós años ( 1980 – 2002 ) una serie de paisajes del mar, si es que se puede decir así. Son composiciones muy simples, el horizonte divide el encuadre en dos partes iguales de agua y aire. A pesar de títulos como “Mar Caribe, Jamaica”, no son ilustraciones de lugares geográficos, sino intentos de capturar en una película las cualidades de la luz, del aire, del agua y de la atmósfera. No son fotografías del mar, sino imágenes que surgen de las oscuras profundidades del pasado, máquinas del tiempo capaces de ampliar nuestra visión más allá de nuestra existencia.

Fuente: http://www.da-digital.com/

Estas imágenes son de un experimento fotográfico hecho por Hiroshi Sugimoto. No son fotos própiamente dichas, lo que hace es aplicar una carga eléctrica de 400.000 voltios directo a la película por medio de un generador de Van De Graaff.

El resultado son estas imágenes únicas y maravillosas. Sugimoto está actualmente mostrando su trabajo en una exhibición llamada “Lightning Fields” en la galería Fraenkel en San Francisco.

"Cinerama Dome, Hollywood, 1993" del trabajo "Theaters"

www.sugimotohiroshi.com

Mari Mahr: “Entre nosotros mismos“


El trabajo de Mari Mahr es profundamente personal y autobiográfico, dirigido a los problemas que atañen al género humano, de dónde vinimos y a dónde es que realmente pertenecemos.

Sus fotografías utilizan objetos encontrados, frecuentemente aquellos que  contienen significados personales, históricos o simbólicos. Estos elementos se muestran juntos en construidas escenas que conectan con la noción del sueño y la memoria y hacen un guiño a las creaciones del pensamiento y la percepción humana.
Nacida en Santiago de Chile en 1941, Mahr estudió y trabajó como fotógrafa de prensa en Hungría, antes de mudarse a Londres en 1971, donde ahora vive y trabaja. En 1989 recibió el Premio Fox Talbot. Ha exhibido sus obras en numerosos sitios y ha publicado muchos libros, entre los que está el volumen retrospectivo: “Entre Nosotros“, publicado en 1998. Su trabajo se encuentra dentro de numerosas colecciones, incluída la V&A, Londres, The National Media Museum, Bradford, Kettles Yard Gallery, Cambridge, La Biblioteca Nacional de Paris, El Museo de Fotografía de Hungría, La Galería Nacional de Australia, Canberra, y el Museo Metropolitano de Tokyo, Japón.

Texto traducido por María Villares de: The Photographers Gallery

miércoles, 20 de octubre de 2010

Eva Rubinstein: una oferta, una coartada, un saludo...

¿Qué es una fotografía? Hay quien la ve como una gota de mercurio, un sueño claro y límpido; para otros puede ser un mensaje del subconsciente, un garabato que será descifrado no se sabe cuándo ... dentro de muchos años, quizá.
"Es un monólogo que intenta hacerse coloquio, una oferta, una coartada, un saludo. Nos puede acometer o acariciar, puede expresar amor o ultraje, dar testimonio de credo político, profundizar nuestro concepto de la vida y de la muerte.
Si está demasiado inundada de luz, nos deslumbra; si se oculta demasiado en la sobra, nos confunde. Dice el poeta (Stanley Kunitz, N. d. A): 'En lo más profundo del alma sé que vivo y muero. Al mismo tiempo. Mi misión es transmitir este diálogo. Son palabras de Eva Rubinstein, gran fotógrafa que no quiere llamarse siquiera "fotógrafa" ("soy una persona que hace fotografías") y que se niega vehementemente a que se le aplique la palabra "artista".


Eva Rubinstein es, ante todo, ese algo simple y complejo que es una criatura humana. Es mujer en el sentido más completo de la palabra: hija, esposa, compañera, madre.
Humana al cien por ciento, pero dotada al mismo tiempo de una sensibilidad superior al nivel humano ordinario; y también del don de expresada. Y lo ha demostrado de múltiples modos.
Antes de dedicarse a la fotografía, en efecto, Eva Rubinstein siguió con gran éxito dos carreras teatrales: la danza clásica y el teatro. Contaba apenas cinco años cuando comenzó a tomar lecciones de danza en París con la célebre Matilda Kszesinska. Continuó luego en California y demás lugares adonde la condujo el destino. Hizo una gira por el mundo entero, incluida Italia, donde se presentó con comedias musical como The Girl in the Pink Tights (La muchacha del leotardo rosa) y Oklahoma. Se la aplaudió como actriz, entre otros personajes, en el papel de Margot, hermana Anna, en la versión teatral del Diario de Anna Frank presentada en Broadway, 195' 1956. Su actividad teatral, iniciada en Hollywood con un notable éxito en la comedia Montmartre el año 1952, se trasladó después a varios teatros neoyorkinos, y particularmente a los del llamado "off Broadway", teatros situados generalmente en la zona bohemia de Greenwich Village, caracterizados por su nivel económico más modesto, pero con niveles artísticos a veces muy superiores a los teatros de relumbrón Broadway.

 Eva Rubinstein no da mucha importancia a estos éxitos. "Como bailarina y como actriz -dice- hice siempre cosas creadas por otros. La composición musical, la coreografía, el vestuario, todo estaba hecho por otras personas, como también los textos de las comedias en que intervenía, la dirección escénica, etc. En aquella época yo tenía necesidad de todo eso. Estaba demasiado poco segura de mí misma, tenía demasiado miedo a asumir la más mínima responsabilidad."

Sólo posteriormente, con la fotografía, Rubinstein se sentirá con valor para "actuar por su cuenta" sin tener que apoyarse en nadie. Pero antes de llegar a ese momento pasarán doce años de vida dolorosa, doce años de matrimonio difícil y borrascoso, maternidad, de separaciones. Participó también en actividades políticas, en luchas p ideales como los derechos civiles, la abolición del hambre en el mundo, etc. Y entre tanto, casi en secreto, Eva Rubinstein fue poetisa o, como ella diría, escribió y sigue escribiendo poesías.

La infancia de Eva Rubinstein puede parecer desde fuera maravillosa, pero en realidad estuvo llena de traumas, de miedos y de incertidumbre. Hija de Arthur Rubinstein uno de los más grandes virtuosos del piano de todos los tiempos, conoció los esplendores, mas también las tinieblas de una vida vivida a la sombra de los grandes. Su madre, Nela, procedía de una de las mejores familias católicas de Varsovia. Era hija de un gran director de orquesta polaco, Emil Mlynarsky, con el que el joven pianista Rubinstein había tocado el piano desde la época en que Nela era aún una niña. Cuando se casaron, el esposo tenía 44 años y la esposa apenas la mitad. Eva, la primogénita, nació en Buenos Aires durante una gira concertística de su padre, y debe su nombre a la heroína de Los maestros cantores de Nuremberg de Wagner, que se representaba precisamente el día de su nacimiento, 18 de agosto de 1933.

Los sufrimientos comenzaron muy pronto. Con los padres de viaje, la niña, casi de pe¬cho todavía, quedaba a menudo en manos de institutrices. Otras veces, cuando viajaba con ellos, era una sucesión de lugares nuevos, desconocidos, un despertar en habita¬ciones de hotel siempre distintas, un encontrarse entre personas extrañas, entre niños cuya lengua desconocía, con los que no podía jugar. No iba a la escuela, sino que le daban clase los mejores profesores en casa, como era costumbre en los ambientes aristocráticos y ricos de Europa.
Casi todas las fotografías de Eva Rubinstein reflejan estas experiencias: niños solos, rara vez sonrientes. En estas fotografías se repite a menudo el tema de una niña que mira, apartada del parque, a un grupo de niños que juegan.


Pero si la inestabilidad de la vida fuera de casa pesaba sobre la niña solitaria, más difícil era aún la vida en familia. El pianista famoso e idolatrado del público tenía necesidad de adoración también en su casa. Arthur Rubinstein daba lo mejor de sí al arte y poco a la familia. Fascinante y amable cuando se sentía admirado, podía transformarse en tirano cuando alguien osaba contradecirle. Su mujer, Nela, sufría mucho con esta situación tan difícil para los hijos (Eva tiene dos hermanos y una hermana menor), pero oscilaba siempre entre el amor a ellos y la devoción a su marido. Eva, quizá la más sensible de los cuatro, estaba tan intimidada que no tenía valor para expresarse ni para opinar personalmente. "Por eso hablo hoy como un torrente, sin parar -dice sonriendo-. Aún tengo miedo a que alguien me mande callar".


Pero no todo fue negativo. La casa donde se respiraba música y arte le infundió una profunda pasión por la música, y las visitas a los museos en casi todas las capitales del mundo sentaron las bases para lo que sería su vocación fotográfica. Eva Rubinstein admite, en efecto, que debe mucho a la influencia de los grandes pintores, y de modo particular a Jan Vermeer, por la serena calidad de sus luces, que encontramos a menudo en los interiores fotografiados por ella. También la influencia de Andrew Wyeth y de Edward Hopper, con su sentido de aislamiento y los cuadros de tierras solitarias, queda reflejado en el trabajo de Rubinstein, sobre todo en la foto Casa oscura, tomada en la isla irlandesa de Aran el año 1970.


La luz, por otra parte, es un elemento predominante en la fotografía de Eva Rubinstein. A veces entra a raudales por puertas y ventanas, a veces se refleja en los rostros de las personas y en los objetos; en ocasiones parece querer penetrar con fuerza, como en la foto Luz, 100 liras, donde la luz pugna por entrar a través de las rendijas del portón de una iglesia, mientras el cartel del muro indica que para ver los frescos hay que pagar 100 liras por un minuto de iluminación artificial. Extrañamente, la luz que se infiltra del portón forma una cruz blanca luminosa.
Y como, a fin de cuentas, toda fotografía es un autorretrato, la luminosidad, sobre todo de los trabajos más recientes, representa un elemento positivo en la vida de la autora.
 
No ha sido la suya una vida fácil, como queda dicho. Tras una infancia y adolescencia vividas en un clima donde la benevolencia alternaba a menudo con súbitos y violentos accesos de ira, Eva Rubinstein se refugió en un matrimonio que tampoco sería un camino de rosas. Contaba veintidós años cuando se casó con el reverendo William Sloane Coffin Jr., ministro presbiteriano. Hombre de Dios, idealista, defensor de los más oprimidos, activista en favor de los derechos del hombre, comprometido en la lucha contra el hambre en el mundo y contra la guerra, el reverendo Coffin era también hombre de talento, escritor, orador, músico y deportista. ¿Qué más se podía desear? Cuando se casaron, Coffin era un joven capellán de una escuela media para niños en el Estado de Massachusetts; pero pronto fue promocionado a capellán de la universidad de Yale (que, junto con Harvard, es una de las principales de los Estados Unidos). Fueron años ricos en acontecimientos importantes y estimulantes, años vitales, históricos. Eva compartió los ideales de su marido y participó en diversas manifestaciones con él. Hubo la famosa marcha sobre el Pentágono en Washington, reuniones y asam-bleas, y Eva conoció a personajes como Martin Luther King, Adlai Stevenson y el presidente Kennedy. Alguna vez acabó en la cárcel. Y sirvió en el Peace Corps, en Puerto Rico, el programa de asistencia a los países subdesarrollados impulsado por el propio John Kennedy.


Pero el panorama comenzó a ensombrecerse. Llegaron los hijos. Arny, Alexander y David, los tres nacidos en el espacio de tres años (Arny en enero y Alex en diciembre de 1958, David en 1960). Con los niños aún muy pequeños, la madre se encontró J menudo sola durante meses enteros, mientras su marido luchaba por alguna causa noble y sublime lejos de ella. Y así pareció repetirse la eterna dicotomía: un hombre dedicado a los más elevados ideales y olvidando su propia familia; apoyo moral para todos, mas no para los suyos. Como antes el genio musical, también el idealista amante de la humanidad, acabó por faltar en el plano simplemente humano.
























Y así, al cabo de doce años, al borde del agotamiento nervioso, Eva Rubinstein dejó a su marido, dejó a los hijos y comenzó a rehacer una vida. No tenía otra opción. Ella, que nunca había dado un paso por su cuenta, que no tuvo una preparación profesional, salvo para el teatro, al que no esperaba retornar, que siempre había dependido de otros, se vio abocada a un gran vacío. ¿Cómo podía llevar consigo a los niños y mantenerlos? Dejándolos en su ambiente, con sus compañeros, facilitándoles el modo de continuar en los mismos colegios, optó por el mal menor, y el tiempo le daría la razón. Los hijos crecieron sustancialmente sanos, sin excesivos complejos, no muy diferentes de los de casi todos los jóvenes de nuestros días. "Son unos chicos magníficos" -dice con orgullo, "estamos muy compenetrados y ninguno de ellos parece resentirse del pasado. A veces discutimos, pero se trata siempre de pequeñeces, no de cosas importantes. En las cosas importantes, las que cuentan, he encontrado siempre plena comprensión."


Eva Rubinstein firmando uno de sus libros

miércoles, 13 de octubre de 2010

Robert Mapplethorpe: erótica exquisita



Nació en Long Island en 1946, en el seno de una familia acomodada y de tradiciones consolidadas. A los 16 años se fue de casa para instalarse en Brooklyn y estudiar pintura y escultura. Su interés por la fotografía fue creciendo a medida que crecía su interés por las imágenes prohibidas de los sex-shops.
Sus primeros collages provienen de recortar fotografías de las revistas pornográficas.Comenzó su carrera fotográfica usando una Polaroid, y con la única finalidad de poder usar estas fotografías como inspiración y guía de su pintura. Sus primeras fotos fueron autorretratos y retratos de su compañera sentimental Patti Smith (cantante-artista y poeta de reconocido talento).



Poco a poco fue mejorando su técnica y ampliando su repertorio a base de hacer retratos en sus círculos más cercanos, los cuales los formaban artistas, compositores, estrellas del cine porno y la mayoría de la escena underground de Brooklyn. Entre los retratos que realizó podemos encontrarnos con personajes de fama mundial como el excéntrico Andy Warhol, el escritor William Burroughs (El almuerzo Desnudo), el poeta Jim Carroll (al que retrató durante una relación sexual gay) o al cantante Mick Jagger.


El escándalo siempre rodeó su obra y sus exposiciones estaban llenas de polémica y prohibiciones. Y es que en muchas ocasiones, la temática de sus fotos, sobrepasaba con creces lo "socialmente aceptado": desnudos, relaciones sadomasoquistas, genitales erectos y parejas homosexuales. Pero su intención no era escandalizar, el trataba de encontrar lo inesperado y de capturar imágenes que no se hubieran visto antes. En una de sus declaraciones dijo: "Me encontraba en el lugar adecuado para sacar esas fotos y sentí la obligación de hacerlas". En cualquier caso su trabajo no termina aquí, ya que también tiene series espléndidas dedicadas a los retratos de celebridades o la belleza de los flores.


Sabemos que también se inició en el mundo del cine con una serie de cortometrajes, pero la crudeza de las imágenes y el escándalo le impidieron hacer carrera en este sector. Sus películas rara vez se han visto y son realmente difíciles se conseguir. Algunos de los títulos son : "Robert Anillándose El Pezón" o "Patti Cambiándose La Compresa".


Murió de SIDA el 9 de marzo de 1989. Antes de morir fundó The Robert Mapplethorpe Fundation, Inc, una fundación que por un lado financia investigaciones médicas sobre el SIDA y por otro programas institucionales sobre fotografía.

La obra fotográfica de Man Ray

Toda la obra fotográfica de Man Ray puede definirse como fascinante y desconcertante a la vez.
Una imparable mezcla de invención, juego y goce.

No es difícil imaginar a Man Ray divirtiéndose realmente cuando fotografiaba, ya fuese con ese afán de alquimista en el que consistían sus rayogramas (fotografía sin cámara) o en esos desnudos fetichistas solarizados.

La fotografía se convierte en un mero pincel al servicio de su búsqueda de la belleza en lo cotidiano.
'Hay tantas maravillas en un vaso de vino como en el fondo del mar', que le dedicaría Paul Eluard.

Trata, como si fuese un pionero, de descubrir nuevos caminos en el mundo del arte, y tanto, que ha sido él, pintor, el máximo responsable de que la fotografía sea considerada como una de las bellas artes.

Intuitivo y emocional su obra se reparte entre bodegones y naturalezas muertas por un lado y retratos -de los personajes más significativos de la época que le tocó vivir- y desnudos protagonizados por mujeres fatales por otro.


Retratos que aparte de su valor documental, son concebidos como una reflexión cercana a lo psicológico del personaje, acentuando su tratamiento formal para acercarse a él.


Sus objetos, en los que podemos incluir los rayogramas, con composiciones muy estudiadas, transcienden de lo cotidiano para tomar vida propia y formar parte de un mundo onírico, en el más puro estilo surrealista, en el que las cosas no son lo que son. No se trata de fotografiar la realidad sino de recrearla.


Desnudos, casi teatrales, que nos presentan, en perfecto equilibrio, a mujeres llenas de atractivo sexual, pero que entran a formar parte de un juego compositivo.

Fotógrafo enigmático desde su nacimiento, no se sabe muy bien su apellido, hasta su muerte, ya que por su expreso deseo no se puede publicar su epitafio.


Para conocerlo deberemos viajar a París y en el cementerio de Montparnasse, aclarar el misterio.
En definitiva un fotógrafo peculiar. Trabajador incansable e inquieto, que ha dejado su influencia hasta nuestros días.

Comentario: Fernando del Río Ojuel
Fuente: El Angel Caído

lunes, 11 de octubre de 2010

La dimensión personal de Annie Leibovitz

Las fotos más insólitas, bellas y emocionantes de la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz (1949) no son las de los personajes famosos que le dieron su reputación, sino las que toma día a día de su familia y amigos.

Originales, estéticas, atrevidas e impactantes son las imágenes de los actores, políticos o músicos que la fotógrafa ha captado con su cámara desde 1990 hasta hace tres años; composiciones elaboradas en las que ella entabla una relación muy personal con su modelo. 


Pero su faceta más humana, su fotografía más natural, espontánea e incluso sorprendente se descubre con las fotos de su gran familia judía: sus hijas -la primera, Sarah, alumbrada a los 51 años, y sus gemelos Samuelle y Susan, de una madre de alquiler- y, sobre todo, de su amante, la escritora Susan Sontag, ya fallecida.



Muy íntima y espontánea es una imagen de 1996 de la cantante Patti Smith con sus dos hijos, Jackson y Jesse, en un rincón de su casa, entre sus instrumentos musicales y junto a su gato. Intercaladas con estas fotos de gran formato y entablando una cierta tensión, están las del álbum personal de Leibovitz, muchas de ellas de sus padres y hermanos o de sus hijas y, en otro registro de la artista, las que tomó en Sarajevo en pleno asedio serbio, en 1993.



Pero las fotografías más profundas son las que Leibovitz hizo a su amante, Sontag, en sus últimos días, hasta su muerte por cáncer, el 28 de diciembre del 2004, poco antes de la de su propio padre, Samuel, a quien también retrató en su lecho final.


Sontag aparece en sus buenos momentos -una puesta de sol en Egipto o trabajando en sus libros-, pero sobre todo en los malos, desde que se le diagnostica su enfermedad, cuando es tratada en el hospital, en el momento en que se hace cortar el pelo, y cuando lucha, cuando sufre y cuando muere. La idea de esta exposición surgió cuando Leibovitz preparaba un libro de su obra en los últimos quince años, que también está a la venta y en el que rinde por primera vez homenaje público a Sontag, con quien admite que mantuvo "una historia de amor".

Al seleccionar las imágenes para el proyecto -interesante proceso que queda reflejado en una sección de la muestra-, la artista se dio cuenta de que, pese a lo diferentes que son, sus fotografías públicas y privadas tienen un origen común.

"No tengo dos vidas. Esto es sólo una vida y tanto mis fotos personales como los encargos son parte de ella", concluyó.
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